LAS MUJERES DE LA ESCUELA DE CAJAL

Aportaciones científicas

Desde el año 1920 el Instituto fue reconocido oficialmente como “el Instituto de Cajal”, y de esta manera aunque no tuviese más preparación que el bachiller, Manuela Serra siguió trabajando junto a Cajal y pocos años después publicó su primer y único artículo firmado en 1921. Su proyecto fue publicado en “Trabajos del Laboratorio de Investigaciones Biológicas de la Universidad de Madrid” una revista dirigida por el propio Maestro. Lo tituló “Notas sobre las gliofibrillas de la neuroglía de la rana” y es probable que este sea el motivo por el que el neurocientífico la incluyó en su lista de discípulos, en la que era la única sin un título universitario. En ese artículo estudiaba la médula espinal de las ranas con un método anteriormente descrito por Ramón y Cajal para teñir las células de la neuroglía. Manuela habló de las fibrillas intracelulares en las células ependimarias y las principales y más numerosas células gliales de la médula espinal de la rana. Advirtió entonces la existencia de células que procedían de la médula ósea y se encontraban en todas las regiones del sistema nervioso central, participando en la respuesta inmune, a las que llamó células de “mesoglía” (aunque actualmente las denominamos de “microglía”) que además formaban parte de la materia blanca (y posiblemente de la materia gris).

Serra ilustró el contenido con multitud de dibujos e ilustraciones, siete en total en los que describió fenómenos como procesos astrogliales o un astrocito dividiéndose. Cabe destacar que todos esos dibujos que Manuela Serra realizó están dotados de gran habilidad y conocimiento, de manera que han sido admirados en muchas ocasiones por su precisión.

Manuela pasó los últimos años de su trabajo agradeciendo a Cajal haberla dado la oportunidad de trabajar a su lado, pues según ella el Maestro siempre fue agradable y cariñoso con ella y su hermana a pesar de su severidad y su carácter estricto. 

Manuela Serra dejó de trabajar en 1927, habiendo recibido una paga mensual de 225 pesetas al mes como recompensa por su trabajo, cuando al fin se casó como era usual en la época. Al final, Serra fue recordada como una mujer perspicaz y hábil, que, aún sin haber estudiado ninguna carrera, consiguió hacerse un lugar entre los discípulos de Cajal.