Pular para o conteúdo

Visor

El misterio del matadero

 Una serie de personas comienzan a padecer una extraña enfermedad nerviosa de tipo degenerativo. La única conexión entre ellas es que trabajaban en una planta de tratamiento de carne porcina. 

    Los primeros casos aparecieron en 2006. Inicialmente la enfermedad se manifestaba como calambres en las extremidades que se iban extendiendo de una a otra y entumecimiento de los dedos de los pies. Los pacientes no habían tenido enfermedades similares o episodios anteriores equivalentes. Al cabo de un máximo de seis meses, los pacientes apenas podían permanecer en pie, necesitando de sillas de ruedas para desplazarse.

    Los médicos no tenían una pista clara sobre el agente causante ni el porqué de un desarrollo tan rápido de esta enfermedad. Como si de un episodio de la serie "House" se tratara, una misteriosa enfermedad hacía su aparición y se resistía a ser tratada por los cauces  tradicionales. Cerebros peligrosos

    La casualidad se alió esta vez en favor de una solución. En el centro médico de Austin, una intérprete traducía al inglés los síntomas que padecían personas de origen hispano. En el curso de estas traducciones apreció un patrón común en ciertos pacientes. El neurólogo de este centro médico, Daniel Lachance, comenzó a estudiar estos casos similares y observó que los 12 casos recogidos eran trabajadores del centro de tratamiento de carne porcina de Austin. Todos ellos, además, trabajaban en una sección en la que se extraían los cerebros y se empaquetaban para exportación, sobre todo a países asiáticos.

    El problema comenzaba a aclararse. Para extraer estos cerebros, se utilizaba aire a presión que creaba una "niebla" o aerosol, rico en células cerebrales. Una vez en contacto con las mucosas de la boca y nariz  del trabajador, estas partículas pasaban a la sangre y desencadenaban una respuesta inmune, ya que su sistema defensivo identificaba el origen extraño de las mismas, produciendo anticuerpos que provocaban una reacción alérgica en el paciente, atacando los propios tejidos de la persona.

    En enero de 2007, el Centro de Control de Enfermedades (CDC) asignó un nombre a la nueva enfermedad: Neuropatía inflamatoria progresiva (PIN, por sus iniciales en inglés).

    La solución ha pasado por dejar de recoger los cerebros mediante aire a presión. Desde entonces no se ha registrado ningún otro caso y los pacientes afectados mejoran lentamente con el uso de inmunofármacos. 

 

Para saber más