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Visor

El lobotomista

La lobotomía es un procedimiento quirúrgico que se estuvo practicando en Estados Unidos para tratar estados de ansiedad, depresiones y trastornos obsesivo-compulsivos. Consistía en destruir parte de las conexiones del cerebro. De entre todos los que la practicaron, un nombre destaca entre ellos: Walter Freeman, que en 30 años llevó a cabo casi 3.000 lobotomías. (Este artículo puede herir la sensibilidad de algunas personas pero se publica con el fin de mover a la reflexión sobre la cuestionable utilización de ciertos procedimientos en la historia de la medicina)

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Egas Moniz    A la vuelta de un viaje por Estados Unidos, el neurólogo portugués Egas Moniz puso en práctica una técnica quirúrgica que el psicólogo americano John Fulton había practicado en 1928 a una pareja de chimpancés violentos: la leucotomía, un procedimiento consistente en seccionar las comunicaciones en la parte frontal del cerebro (córtex prefrontal), realizando pequeñas incisiones en el cerebro. Su primer experimento fue aplicado a dos presos violentos, cambiando su conducta. Ello le valió la consecución del Premio Nobel de Fisiología y Medicina, junto con el neurólogo suizo Walter Rudolf Hess, "por su descubrimiento del valor terapeútico de la leucotomía en determinadas psicosis", pese a que todo el valor terapéutico de la técnica se basaba en la observación en un chimpancé, ya que nunca antes se había realizado algo similar en seres humanos y de que no se obtenían resultados concluyentes ya que algunos pacientes mejoraban y otros no. Moniz se retiró después de que un paciente suyo le disparara en la espalda dejándolo paralítico.

Walter Freeman    Un joven y ambicioso neurólogo americano, Walter Freeman, tuvo conocimiento de esta técnica y la perfeccionó: su método utilizaba un pica-hielo que situaba entre el ojo y el párpado y que, golpeado con un martillo quirúrgico o, cuando quería impresionar a los asistentes al acto, con un mazo de carpintero, atravesaba el cráneo y, removiéndolo lateralmente, cortaba las conexiones entre el lóbulo frontal y el resto del cerebro. Para calmar los dolores, los pacientes eran "anestesiados" mediante descargas eléctricas en el cerebro ("electroshocks"). Su  primera paciente, una mujer que se prestó voluntaria al experimento,  fue  perforada 6 veces  antes de conseguir  un resultado satisfactorio para Freeman.

 

    A bordo de su "lobotomobile" recorrió Estados Unidos practicando lobotomías a enfermos mentales, criminales o personas con conductas antisociales, incluso en la habitación del hotel en que se alojaba, obteniendo un éxito y fama en todo el país, siendo conocido como el "cirujano del alma", pese a que no tenía siquiera licencia de cirujano. En 1948 fue elegido Presidente de la Asociación Americana de Psiquiatría y Neurocirugía.

  

Lobotomía

  Este siniestro personaje llegaba a hacer apuestas para ver cuántas lobotomías era capaz de hacer, para lo cual colocaba a los pacientes en fila, y recorría una cama tras otra, estableciendo un récord de una lobotomía cada 15 minutos. Ante estos delirios, su colaborador, el neurocirujano James Watts, con el que había comenzado a realizar estas intervenciones, decidió abandonarlo.

    La contrapartida al cambio comportamental era una alteración profunda de la personalida, reducción de las capacidades intelectuales y de la capacidad de reacción ante los estímulos externos, convirtiendo a los lobotomizados en casi "vegetales". 

    Algunas personas célebres fueron lobotomizadas:  es el caso de Rosemary Kennedy, la hermana de John, Robert y Edward Kennedy, que sufría un leve retraso mental, y cuyo padre solicitó que la operaran, cuando la joven empezó a mostrar interés por los chicos; o el de la actriz Frances Farmer, famosa por sus escándalos y sus afinidades políticas comunistas, a quién Freeman lobotomizó.

    En Japón llegó a ser recomendada para tratar a niños con carácter difícil. Sin embargo, a partir de los años 50 una corriente de opinión surgió entre la clase médica, cuestionando los resultados: tan sólo 1/3 de los casos mejoraban; el resto o quedaba igual o empeoraba. El descubrimiento de la torazina, un medicamento que se mostraba eficaz para pacientes con crisis violentas, supuso el final definitivo de esta técnica.

     La última lobotomía se practicó en 1967, después de que casi 50.000 personas sufrieran esta espantosa tortura. Freeman acabó sus días en el ostracismo cuando, tras realizar una tercera lobotomía a la primera paciente con la que inauguró su técnica, ya que no conseguía los efectos perseguidos, ésta murió, por lo cual se le retiró la licencia. Volvió a recorrer el país, pero esta vez tratando de localizar a sus desgraciados pacientes. Murió en 1972.

 

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